Batalla del memiso


 Fue una de las batallas post-independentistas más importante, logró que las tropas haitianas y su presidente Charles Hérard, salieran definitivamente del suelo dominicano.
Se conoce como Batalla de El Memiso aquella que se libró el 13 de abril de 1844, en el lugar del mismo nombre de la provincia de Azua, entre el ejército dominicano y el haitiano, saliendo victorioso el primero.

Las tropas dominicanas, estuvieron dirigida por Antonio Duvergé y Felipe Alfau quienes se impusieron a las de los haitianos comandadas, por Pierre Paul y Auguste Brouard.

Inicio de la Batalla

Después de varios días inactivos en Azua, parten de esta ciudad dos regimientos de línea: el cuarto regimiento, comandado por el Coronel Pierre Paul y el quinto, por el Coronel Auguste Brouard.

Para evitar un encuentro frontal con las fuerzas que tiene el General Pedro Santana en Sabana Buey (Baní), las tropas haitianas siguen el camino del Maniel (hoy San José de Ocoa), bordeando de esta manera las montañas de El Número y de Lomas de Rincón de Azua, en el margen occidental del Río Ocoa.

Las tropas dominicanas hostigan las haitianas y las conducen hacia los desfiladeros de la Sección El Pinar del Maniel.

El 13 de abril de 1844 las tropas haitianas son interceptadas en el lugar conocido como El Memiso, en donde los dominicanos, a falta de pertrechos, tuvieron que valerse de derrumbe de peñascos, obligando a los haitianos a retroceder de nuevo hacia Azua, de modo que los dominicanos triunfaron en toda la región y con los puestos estratégicos bajo su absoluto dominio.

Acciones marítimas

El mismo día 13 de abril, zarpan desde la caleta los primeros buques de guerra con que contó el país, se denominaban “Agua de la Estancia”, en las costas de Baní, las goletas “Separación Dominicana”, “General Santana” y “María Chica”, fueron adquiridos por el Estado Dominicano.

El primero fue comandado por el Coronel Juan Bautista Cambiaso; el segundo capitaneado por el Comandante Juan Bautista Maggiolo y el último, por Ramón Portugués.

Su misión era acercarse al puerto de Azua para interceptar varios buques de guerra haitianos que poco antes habían llegado a dicho puerto con refuerzos y reaprovisionamientos para las tropas del Presidente Hérard.

Dos días después, el 15 de abril, se arma el primer combate naval, atacando en el puerto de Tortuguero varias de las embarcaciones haitianas, específicamente un bergantín (Buque de dos palos y vela cuadrada o redonda) y una goleta, tuvieron que batirse en retirada ante la victoriosa acometida de los marinos dominicanos.

Retirada de Hérard

Como no había paso por la costa, pues la topografía de la zona comprendida entre el Palmar de Ocoa y Playa Caracoles no les favorecía y varias goletas dominicanas bien artilladas con cañones se lo impedían, los haitianos tuvieron que permanecer en Azua, estacionados ociosamente mientras Hérard intentaba con poco éxito hacer entrar en acción a su Marina de Guerra, compuesta por unos cuantos barcos de mala calidad.

En poco tiempo la inactividad y el ocio, unidos a la falta de recursos y de aprovisionamiento, afectaron la moral de las tropas haitianas que empezaron a desertar cada día en mayor número, inconformes con la situación en que se encontraban, al tiempo que el prestigio del Presidente Hérard también disminuía.

La Junta Central Gubernativa expide, el 19 de abril, un enérgico decreto, que consta de cuatro artículos, declarando “solemnemente y en toda forma, guerra abierta por mar y tierra, a la nación haitiana, como dañina y enemiga”, autorizando hostilizarlos “como injustos agresores”; guerra que será “tal como se nos haga”, y que no cesará, ni habrá “transacción alguna de nuestra parte”, mientras el enemigo ocupe nuestro territorio “demarcado bajo de sus antiguos límites” y no se reconozca a la República Dominicana como Estado libre y soberano.

El padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, en su lucha por lograr que el país esté libre de toda potencia extranjera, logró que una mayoría de la Junta Central Gubernativa, “preocupada con la prolongación de un estado de cosas tan insostenible”, apruebe una resolución ordenando que se organizaran algunas de las tropas que estaban disponibles en el Cibao, pertenecientes al Ejército del Norte, para que, luego de pasar por el camino de Constanza al Valle de la Maguana, se lanzaran al ataque de las tropas haitianas que ocupaban la zona.

Aunque Duarte se ofreció para comandar personalmente la operación, la Junta encargó de ello al General Matías Ramón Mella, quien inició inmediatamente sus preparativos y, en consecuencia, avisó al General Santana, en Baní, que sus efectivos se movilizaran hacia el día 12 de mayo próximo.

Comprendiendo que su situación en Azua se hacía insostenible debido a la continua deserción de sus tropas y a la traición del ejército, Hérard decidió finalmente, el 7 de mayo, levantar el campo y regresar a su país a luchar para mantener su posición política.

Antes de abandonarla, los haitianos prendieron fuego a Azua, pero en su retirada fueron hostilizados por guerrillas dominicanas que los persiguieron hasta el último poblado de habla española en la frontera.

Antes de llegar a Puerto Príncipe, Hérard comprendió que su causa estaba perdida y que era incapaz de mantenerse en la Presidencia de la República de su país, y en una playa cercana a Puerto Príncipe se embarcó para el exilio.

Las tropas organizadas por el General Mella para salir del Cibao, por el camino de Constanza, hacia el Valle de la Maguana, marcharon sin ninguna dificultad, al mando del Teniente Coronel José Durán, para caer el 15 de mayo sobre San Juan.

Aunque ya sin tiempo para hostilizar las fuerzas haitianas que se habían retirado al territorio haitiano, su presencia realizó una efectiva colaboración en las operaciones de ocupación de Azua, que correspondió llevar a cabo al General Antonio Duvergé, así como para apoyar el nuevo pronunciamiento de adhesión al movimiento independentista dominicano que se realizó en la población de Neiba y demás poblados de la frontera.
Share:

No hay comentarios:

Publicar un comentario